viernes, julio 27

Poniendo el dedo en la llaga

27 de julio


Un día como hoy del año 1923 se publica por vez primera la "Revista de Occidente", fundada y dirigida por el filósofo y poeta español José Ortega y Gasset.
Ortega estuvo en tres oportunidades en Argentina,
en julio de 1916, agosto de 1928, y octubre de 1939, y su influencia fue vital para movilizar a la sociedad argentina en el campo de las ideas y el pensamiento.
En su primera visita no era conocido, pero su presencia en artículos periodísticos y revistas, más las conferencias que dictó en teatros y ámbitos culturales, contaron con la presencia masiva del público. Como todo pensador de convicciones, sus opiniones, especialmente sobre la Argentina y los argentinos, generaron apoyo y repulsa, especialmente en su segunda visita, siendo ya toda una celebridad en el mundo de la cultura iberoamericana.
En un artículo titulado "La pampa... promesas", arriesga:

“Acaso lo esencial de la vida argentina es eso ―ser promesa.”
"Todo vive aquí de lejanías ―y desde lejanías. Casi nadie está donde está, sino por delante de sí mismo y desde allí gobierna y ejecuta su vida de aquí, la real, presente y efectiva. La forma de existencia del argentino es lo que yo llamaría el futurismo concreto de cada cual. No es el futurismo concreto de un ideal común, de una utopía colectiva, sino que cada cual vive desde sus ilusiones como si ellas fuesen ya la realidad.
Pero esas promesas de la Pampa tan generosas, tan espontáneas, muchas veces no se cumplen. Entonces quedan hombre y paisaje atónitos, reducidos al vacío geométrico de su primer término ―y no saben cómo vivir tras aquella amputación de las lontananzas, de las promesas en que había puesto los labios y le hacían respirar. Las derrotas en América deben ser más atroces que en ninguna parte. “Se habla mucho de este país, se habla demasiado ―es este ya un problema curioso: la desproporción entre lo que aún es la Argentina y el ruido que produce en el mundo―, se habla casi siempre mal".

En "El Hombre a la Defensiva" dice refiriéndose al argentino de la época:

"...a este tipo de hombre le preocupa en forma desproporcionada su figura o puesto social. Lo excesivo de semejante preocupación sólo se comprende si admitimos dos hipótesis; 1º, que en la argentina el puesto o función social de un individuo se halla siempre en peligro por el apetito de otros hacia él y la audacia con que intentan arrebatarlo. 2º, que el individuo mismo no siente su conciencia tranquila respecto a la plenitud de títulos con que ocupa aquel puesto o rango".

“Es preciso llamar al argentino al fondo auténtico de sí mismo, retraerle a la disciplina rigorosa de ser sí mismo, de sumirse en el duro quehacer propuesto por su individual destino.”

En su tercera visita, se encuentra con una Argentina polarizada en lo ideológico, dado que España estaba profundamente dividida, y las consecuencias de la situación mundial se reflejaban en el país: una sociedad en la que estaban españoles republicanos refugiados, la propia colectividad española y el gobierno conservador de Ortiz, afín al franquismo.
Él no quiso tomar partido aduciendo:
"Estoy seguro de que en tiempo de guerra, cuando la pasión anega a las muchedumbres, es un crimen de leso pensamiento que el pensador hable. Porque de hablar tiene que mentir. Y el hombre que aparece ante los demás dedicado al ejercicio intelectual no tiene derecho a mentir".

En la Conferencia "Meditación del Pueblo Joven", aparece la famosa frase con que hasta el lego identifica a Ortega y Gasset:

"Con ello quiero indicar que yo no importo; que importan sólo las cosas de que vamos a hablar y sugiero que tengo una gran fe en mi prédica ―paladina o solapada, pero constante, ante los argentinos―, mi prédica que les grita: ¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes del brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal"

¿Existe una impronta argentina dada por la magnanimidad del país, por su extensión, que lleva a una tipología de argentino agrandado, guarango, narcisista, sobrador, y a la vez tan triste como su música? El tiempo lamentablemente le ha dado la razón a Ortega, y releer la parte de su obra dedicada a los argentinos, nos serviría para retomar el camino desandado...

La tan controversial como incisiva Silvina Bulrich afirmó sobre "El hombre a la defensiva" :
“Me detengo muy a mi pesar, pues no hay en este ensayo una sola línea que no ilumine algún recoveco de esta extraña modalidad nuestra, tan captada por el filósofo español. Nuestra tan zarandeada tristeza ¿no será el resultado inevitable de la audacia, la improvisación y la actitud defensiva?”


Ezequiel de Olazo dijo:
"Ortega fue el profeta de nuestra propia decadencia"

Ortega y Gasset le enseñó a pensar a buena parte de la intelectualidad argentina. Lástima que no aprendimos a asimilar sus advertencias sobre el "ser argentino", y obrar en consecuencia...

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