miércoles, agosto 15

Lecturas Infantiles


15 de agosto

Sir Walter Scott

Una de las primeras series de TV que ví en mi vida, fue Ivanhoe, protagonizada en aquellos años de la TV en blanco y negro, por un muy joven Roger Moore.
Recuerdo que me hacía algunos líos con Ivanhoe, Robin Hood y el Príncipe Valiente, porque se me cruzaban los personajes, las historias y las hazañas... Pero siempre aparecían
los Caballeros de la Tabla Redonda, y Ricardo Corazón de León, sospecosamente enemistado con los Templarios.
Quizás el primero en poner bien alto en la consideración del público a la novela histórica, fue el escocés Walter Scott, desde luego autor de Ivanhoe, y profundo conocedor de las historias de caballería y aventuras de la rubia Albión. Hoy se recuerda su nacimiento.
Yo tuve dos enormes suertes.
La primera, que en mi infancia marplatense la televisión no tenía la omnipresencia dictatorial que hoy ejerce sobre los niños.
La segunda, que mi tía Pochi era la dueña de la librería y juguetería más importante de Mar del plata: la Casa Rey.
Por eso desde mi más temprana edad, tuve un generoso y placentero exceso de juguetes y libros...
Por eso a Ivanhoe lo había conocido mucho antes que en la tele, en una colección de libros de aventuras, donde se destacaban "La Isla del Tesoro" de Stevenson, "Las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn", de Mark Twain, y "Sandokan, El tigre de la Malasia", de Emilio Salgari. También de Robert Louis Stevenson pasó por mis ávidas lecturas de niño los estremecedores "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" y "El diablo en la botella".
Si me dediqué a la literatura por pasión y afición, fue sin dudas por esa impronta de maravillosos libros de mi infancia marplatense, que avivaron mi fantasía y evitaron que tuviera una imaginación adocenada, domesticada y pasiva como la que produce hoy en día en los chicos el estar sentado frente a la caja boba.
Si me dediqué con afán autodidacta al dibujo y a las artes plásticas con fruición, fue porque mi tío Coco me regaló siendo muy chico un libro titulado "Dibujo de Arte sin Maestro". Por suerte luego conocería a mi maestro de colegio y de arte Ricardo Marcángeli, y al escultor Pablo de Robertis para completar y enriquecer con creces lo que los libros me brindaron.
Borges decía con apropiado criterio, que muchos se jactan de lo que han escrito, mientras que él prefería solazarse con lo que había leído.
En mi caso, como médico y escritor, diría que en el caso de nuestro físico, "somos lo que hemos comido", y que la calidad de nuestro intelecto está dada por "lo que hemos leído".
Es altamente improbable que si no hubiera tenido semejantes incentivos, me hubiera dedicado de adulto a las letras y a las artes.
Todos sabemos que lo que será una persona en el futuro, se moldea en los primeros años de vida.
Genérica y masivamente hablando, es improbable que los chicos de hoy en día hayan incorporado el maravillloso hábito de la lectura, pero seguramente la inmensa mayoría sabe quién esta nominado en Gran Hermano, y quién se cayó de espaldas patinando por un sueño, haciendo incluso y procazmente, alguna chanza sobre la joven y su publicitada y supuesta virginidad...
Lo cual nos lleva a deducir que en su vida adulta seguirán siendo obedientes consumidores de chatarra televisiva.
No quisiera terminar estas reflexiones sin citar un viejo apotegma relacionado con el tema, citado hasta el hartazgo, pero infelizmente no llevado a la práctica: "Garrá lo libro que no muerden".

1771 - nace Sir Walter Scott, novelista escocés.

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